Jornada Huerta el Tren

Escuela de Guardianes de la Naturaleza 
Lugar: Huerta el Tren, barrio el Cortijo, Bogotá, Colombia.
Fecha: 22 de Julio 2023

Por Paola Saavedra

En el mundo, mil millones de niños, niñas y adolescentes están en “riesgo extremadamente alto” de sufrir los impactos de la crisis climática, según el primer Índice de Riesgo Climático de la Infancia de UNICEF. En América latina y el caribe 9 de cada 10 niños y niñas están expuestos a la crisis climática y ambiental, lo que indica que la crisis climática es también una CRISIS DE DERECHOS DEL NIÑO como comunidad vulnerable dentro de países del sur global (UNICEF, 2021). 

Siendo el arte tan esencial e importante en los niños como la ciencia. En nuestra primera jornada de juegos y talleres para niños, el lenguaje artístico les permitió expresarse a través de transformaciones que se pueden generar sin causar un impacto negativo en la naturaleza. 

El sentido del autocuidado se alimenta de la empatía y una intensa relación con las cosas que nos rodean, desarrolla la capacidad de la creatividad y la libertad de pensamiento, donde actividades artísticas se pueden considerar como un importante activador del aprendizaje en disciplinas científicas como la agroecología. 

Sensibilizamos sobre un ordenamiento ecológico territorial ideal desde su inocente visión de prioridades con la tierra, relacionadas con el fortalecimiento de cada individuo de la comunidad y su interacción con el territorio, en el contexto de aplicaciones de agroecología como acción de interdependencia para la obtención de alimento libre de pesticidas.

Además, junto a miembros de la huerta el Tren, difundimos el resultado de juntanzas que generaron la transformación de un territorio baldío en un espacio de obtención de alimento, lugar de esparcimiento e intercambio de saberes ancestrales. Nos apoyamos mutuamente a emprender medidas individuales y colectivas que repercutan en la adaptación y mitigación al cambio climático mediante el arte y la ciencia intrínsecamente, en relación con su naturaleza interior y exterior.

Los niños se identificaron como Guardianes en Rebeldía, y se comprometieron a cuidar de sus nuevos mini huertos en familia. 

Sabemos que a pesar de que ellos no son los responsables de la crisis climática, si serán quienes vivan en carne propia las consecuencias que trae consigo el no tomar medidas de acción radicales que frenen las emisiones de gases de efecto invernadero. Las nuevas generaciones deben ser apoyadas y estar preparadas ante la intensificación de sequías, inundaciones y olas de calor para hacer frente a efectos como la desnutrición, malaria o diarrea, generados principalmente en poblaciones de niños escasos recursos.

Según Henrietta Fore, La directora ejecutiva de Unicef  «el cambio climático es profundamente desigual. Aunque ningún niño es responsable del aumento de las temperaturas mundiales, ellos sufrirán las peores consecuencias (…) Los niños de los países menos responsables sufrirán más que nadie ».

Es claro que la emergencia climática dilucida la injusticia social y ambiental a la cual esta sometida la población, siendo los niños del Sur Global vulnerables dentro de los vulnerables pues ellos necesitan más alimentos y agua por cada unidad de peso corporal; tienen menos capacidad para sobrevivir a los fenómenos meteorológicos extremos; y son más susceptibles a las sustancias químicas tóxicas, los cambios de temperatura y las enfermedades, entre otros factores. 

Es momento de buscar medidas de protección ambiental para que no se vea más comprometido el bienestar de los niños en primera instancia. Brindar conocimiento a comunidades que los educan e impulsan como agentes de cambio es un paso enorme hacia su participación directa en su rol dentro del cambio climático y ambiental, orientando sus bases hacia conocimientos que los preparen a la búsqueda y aplicación de mecanismos de subsistencia básicos que los salvaguarden de posibles riesgos que ya los estan alcanzando.

En el mundo de 1.000 millones de niños, casi la mitad de los 2.200 millones que hay en el mundo, viven en 33 países considerados “de muy alto riesgo”, ya que los niños se encuentran de frente a la exposición de perturbaciones climáticas y medioambientales, haciéndolos más vulnerables ante la precariedad de los servicios esenciales que reciben, tales como el agua, la atención médica, el saneamiento y la educación1

Por años entidades gubernamentales y ambientales de Colombia han justificado nefastas actividades extractivistas basadas en su importancia en la economía y un supuesto potencial Minero Energético que alberga el país, y ha pesar de nuestra actual dependencia a los combustibles fósiles, la solución a la crisis climática está lejos a las planteadas por el ANLA por ejemplo, donde aumentar la regulación de las extracciones es suficiente para disminuir las emisiones que estas generan, sin considerar su ineficiencia en el control y seguimiento de dichas regulaciones. 

Por otra parte poco se hace ante el también enorme potencial agroecológico que tiene el territorio colombiano, pues solo los mejores suelos para cultivar en Colombia suman 11.009.018 hectáreas, equivalente a casi el 10 por ciento de todo el territorio nacional2 del cual aproximadamente el 66 % no se está aprovechando y el restante no tiene un desarrollo eficiente3, lo cual evidencia la subutilización del suelo con actividades que podrían solucionar el problema del acceso al alimento y maximizar la captura de carbono y restauración de los ecosistemas; eventos importantes para garantizar una mejor calidad de vida a los niños y la población en general.

Las huertas urbanas se presentan como una alternativa para la producción de comida que le brindan un uso compartido a los suelos. Con la idea de crear un espacio inclusivo de regeneración se propende estimular el autoconsumo de los alimentos que cada uno cultiva, mientras el espacio se convierte en un aula viva donde conocimientos antiquisimos del cuidado del suelo, alimentación saludable, obtención natural de medicina y rituales ancestrales se rescatan en mingas citadinas y dentro de jornadas de siembra, mantenimiento y cosecha.

La crisis climática genera crisis alimentaria, por lo tanto las huertas son una rescatable solución climática natural y de agricultura regenerativa, que profundizan en el fortalecimiento del indispensable tejido comunitario y el replanteamiento de formas de vida saludables, en armonía con el medio ambiente y sobretodo garantizando un futuro próspero y sostenible.

Es nuestro deber garantizar que los niños de hoy hereden un planeta habitable. Tomar responsabilidad e incluirnos en medidas directas o indirectas de mitigación, prevención y adaptación a la realidad climática puede dar a los niños la ventaja necesaria para evitar problemas peores en el futuro.

Referencias
[1] The Climate Crisis is a Child Rights Crisis, UNICEF Report 2021  
[2] ¿En dónde están las mejores tierras para cultivar del país?, Instituto Geográfico Agustón Codazzi 2023
[3] El 65,8% de la tierra apta para sembrar en Colombia no se aprovecha 2016

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